Tantas veces se ha pedido regular los contenidos de algunos programas de entretenimiento de la televisión, tantas veces que ahora se ha despertado otra amenaza deformante  que preocupa a la opinión pública, especialmente la de sectores responsables y conservadores que felizmente aún resiste ante esta nueva ola.

Esta amenza ha tomado de las más reconocidas figuras del país su lado más sensible y que ahora más desinhibidos sacan a la luz -directa e indirectamente- algunos detalles de sus vidas homoxesuales con total normalidad, incluso, convirtiendo estos espacios en vitrina de entrevista a cual icono de la homosexualidad limeña con tanta insistencia que ya nos preocupa. 

Por qué insistir en seguir llevando masivamente la homosexualidad, a través de la televisión con personajes que solo intentan acaparar la atención con su estilo de vida llevada a la televisión, se ha preguntado usted alguna vez?. Bueno, la clásicas respuesta ya la conoce: mejora el rating porque vende más y es de interés público. ¿O es acaso que existe una conspiración gay en el país para que los que aún no han salido del closet lo hagan ahora con el respaldo de respeteblas figuras nacionales y gente de opinión.   

Sin ojo de loca: No sé si usted haya notado en las conversaciones de algunos  jóvenes de ahora la existencia de algunas muletillas del argot homosexual en su lenguaje como el: tampoco, tampoco, api, sao y etc. Aunque lo hagan en son de sorna ya forma parte de su conectivo o de interacción social que ha sido asimilida no precisamente en circulos gays, sino más bien a través de la televisión y llevada de bemba en bemba.

Lo peor:  De todo, lo más preocupante es que va acompañada de un lenguaje corporal que aún lo hace más homosexual, que al fin de al cabo resulta gracioso por una vez, pero preocupante cuando forma parte de su día a día y peror aún cuando no sabe si hacerce el maricón los lleve a algo bueno.

No intento tapar el sol que por el momento alumbra a la movida gay de Lima y bien por ellos, sino más bien hacer una reflexión para que retomenos la convivencia ciudadana sin escándalos ni marginaciones. El que nace gay sabe cuando mostrarse gay, no usemos otros medios como los masivos para hacer difusión de ello.

En conclusión, respetemos los espacios destinados al público masivo. Es tan desagradable la comicidad nacional con tanto lenguaje ordinario como las trilladas entrevistas que urgan la sencibilidad morbosa de las parejas homosexuales y que luego son captadas por el inconciente de nuestros niños y jóvenes que lo vuelcan en conductas que talvéz no sean propias de su naturaleza pero que suelen transformarse en el lenguaje de su confundido día a día.