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La Navidad

y el resplandor del servidor estatal

Publicado: 2016-12-12

Esto del sentimiento colectivo de ser buenitos en Navidad es pura hipocresía. La figura recurrente es que las más jóvenes se alistan de Mamá Noelas, las más gordas envuelven regalos, la vieja secretaria va coordinando el bus para el traslado de los buenitos, el gordo de la oficina es obligado a disfrazarse de Papá Noel y el pobre conserje en calidad de bestia de carga (burro).  

Si por estos días se da una vuelta por algún estamento del Estado, se dará cuenta de lo que le digo. Los servidores públicos se desconectan del todo y no te reciben ni un solo papel, así le digas que mañana la moto viene por ti, ellos se desconocen del todo; se olvidan de calidad de servidor público y se avocan exclusivamente en lo que para ellos es espíritu más trascendental de su existencia en Navidad, llevar regalos, chocolatada y panetón para los niños más pobres de su localidad. Y es que deben verlos, todos operan armoniosamente en ese momento, ni en el trabajo se muestran tan colaboradores.

Ya, al llegar al destino y con una risa fingida, parecen haber llegado del espacio exterior. Son estrellas solidarias, traen consigo amor y alegría en una nave interestelar de sorpresas y regalos, ni en el mejor momento de sus vidas se han reído tanto como hoy. Ojo, más tarde viene el maleteo.

Al finalizar el día, agotados y devueltos a un lugar seguro y civilizado, Papá Noel, aquel gordo de la oficina sacará una chela y las chelas van y vienen, las Mamá Noelas van haciendo el ademán de una fiestita, los mañucos se ponen en alerta, la vieja de la oficina se acercará alegronamente al conserje, las más gordas dispararán chelas haciendo competencia con los más chongueros del grupo, se apagarán los celulares de algunos.

La juerga es inevitable, empiezan los arrumacos e insinuaciones, nada es ajeno cuando se empieza a perder la cordura y la vergüenza. Los gorritos de las mamá noelas y la barba postiza del gordo Papá Noel son pisoteados por el espíritu navideños que los embriaga. Los comentarios despectivos vendrán cuando recuerden algo anecdótico de la "labor social", y alguien dirá por ahí que la mamá de un niño estaba buena, que el lugar quedaba en el culo del mundo, que no se bañan, que olían horrible, que me contagiaron de piojos y así va asomando esa hipocresía innata del servidor público que gana poco y vive rico; y es que cuando se está borracho las sinceridades afloran y por lo general así es como terminan estas intervenciones navideñas de "ayuda social". Aquí y en todas partes la hipocresía a flor de piel es la misma y seguirá así como el círculo vicioso que es, y digo todo esto porque hoy viernes 09 de diciembre de 2016 no quisieron recibir mi informe de cobro en horario de atención, solo hay una culpable. Vieja jijunagranputa, te la tengo jurada y ojalá el conserje te atore mal en tu noche de juerga entre villancicos y reguetón. No sabes lo molesto que me has puesto, solo le pido a Dios que no me sea indiferente porque eres un monstruo grande ("...") y no sé si te pisarán fuerte.


Escrito por

Marlon Rodríguez

Periodista y consultor en estrategias de comunicación y "opinólogo metiche" en lo que dice conocer.


Publicado en

malremedio

Sin panaceas, ni moralejas